Son muchos los conductores que creen que cambiar el aceite y pasar la ITV es suficiente para garantizar el buen estado del vehículo. La realidad es que el mantenimiento preventivo del coche es clave para alargar su vida útil, reducir el gasto en averías y viajar seguro.
Un buen mantenimiento va más allá de una simple revisión básica. Si no quieres cambiar de coche todavía, el artículo de hoy te interesa.
¿Cómo debe ser el mantenimiento preventivo del coche?
Tiene que incluir intervenciones técnicas programadas para que el vehículo esté en óptimas condiciones y así prevenir averías. No se trata de reparar, sino de anticiparse al desgaste de piezas clave.
Sus principales diferencias con el mantenimiento correctivo (el que hacemos cuando algo ya falla) son:
- Reduce el riesgo de accidentes mecánicos
- Evita paradas imprevistas
- Evita costes elevados por averías mayores
- Prolonga la vida útil de los componentes
Este tipo de mantenimiento es mucho más que un cambio de aceite, es la revisión exhaustiva de sistemas críticos como embrague, frenos, suspensión, dirección, refrigeración, transmisión y electrónica.
8 revisiones que casi nadie hace y marcan la diferencia
- Revisión del sistema de refrigeración: radiador, termostato, manguitos y el propio líquido refrigerante deben revisarse cada 40.000-60.000 km. Un sobrecalentamiento puede suponer una avería de más de 1.000 €
- Cambio del líquido de frenos: no debemos esperar a que huela mal o a notarlo en el pedal. Este líquido absorbe humedad, lo que reduce su eficacia cuando frenamos, cambiarlo es vital.
- Control de sistema de suspensión: amortiguadores, rótulas, silentblocks o copelas se degradan progresivamente. Un coche con la suspensión deteriorada frena peor, pierde estabilidad y desgasta antes los neumáticos.
- Sustitución de la correa de distribución: una correa rota puede destruir el motor. A menudo lo ignoramos porque “no hace ruido todavía”, pero entonces puede ser demasiado tarde.
- Revisión del escape: si tiene fugas o la válvula EGR está sucia, el rendimiento del motor disminuye y las emisiones aumentan.
- Inyectores y admisión: en estos elementos se acumula la carbonilla, lo que afecta al rendimiento y aumenta el consumo de combustible. Una limpieza preventiva puede evitar pérdidas de potencia y problemas más caros.
- Sustitución de filtros: esto no solo afecta al confort y la eficiencia del coche, sino que puede forzar otros componentes.
- Batería y sistema de carga: la batería es un elemento que no avisa cuando va a dar problemas, los da directamente. Revisar su estado y la salud del alternador antes del invierno puede ahorrarte una que otra llamada a la grúa.
Estas son las consecuencias de no realizar el mantenimiento preventivo
- Consumo excesivo de combustible por inyectores o filtros obstruidos.
- Rotura de motor por fallo de distribución.
- Riesgo de accidente grave por sistema de frenos degradado.
- Averías eléctricas (que se podrían haber detectado).
- Desgaste prematuro de neumáticos y frenos.
Si pensamos en seguridad y en economía, este mantenimiento no es una opción, es la manera de preservar nuestro bolsillo y nuestra vida.
¿Cada cuánto debemos hacerlo?
Depende del tipo modelo de coche, del kilometraje anual y del tipo de conducción que tengamos, pero como orientación general:
- Líquido de frenos: cada 2 años
- Aceite y filtro: cada 10.000 – 15.000 km
- Refrigerante: cada 3-5 años
- Filtros: cada 20.000 – 30.000 km
- Correa de distribución: 60.000 – 160.000 km
- Amortiguadores y suspensión: cada 40.000 km
- Batería: anualmente a partir de los 3 años
- Diagnosis: al menos una vez al año
El mantenimiento preventivo del coche es una inversión, no un gasto. Ignorarlo por “ahorrar” puede salir muy caro. Recuerda que un coche bien mantenido no solo dura más, sino que protege mejor a quienes viajan en él.
Si quieres evitar sustos mecánicos y mantener tu vehículo en las mejores condiciones posibles, pide cita en tu taller. Conduce con la tranquilidad que solo puede dar un coche bien cuidado.