¿Eres consciente de la importancia de cambiar el líquido de frenos cuando toca? Si no tienes claro en qué momento hacerlo, sigue leyendo porque este es precisamente el contenido de nuestro nuevo post.
El líquido de frenos ha de sustituirse sin importar el uso que le demos a nuestro coche. Hay herramientas específicas que permiten comprobar el nivel para garantizar la seguridad en la frenada. No podemos olvidar que los componentes del freno representan uno de los elementos de seguridad más importantes.
El líquido de frenos transmite la fuerza ejercida en el pedal de freno a los pistones del sistema de frenado. Cuando se pisa el pedal de freno, se ejerce una fuerza dentro de un sistema hidráulico estanco. Los pistones de las pinzas de freno ejercen fuerza sobre las pastillas y estas generan fricción en el disco. En consecuencia, el vehículo pierde velocidad transformando esa energía en calor.
En cuanto a los fallos que pueden darse, ten en cuenta que la excesiva vibración del pedal de freno puede deberse a la deformación del disco de freno. Cambiar estos componentes nos dará entre 80.000 y 100.000 kilómetros adicionales. Si oyes ruidos raros al frenar puede ser una señal de desgaste de las pastillas de freno. Su sustitución proporcionará otros 40.000-50.000 kilómetros de conducción segura.
De todas formas, algunos componentes de seguridad críticos a veces se obvian. Por ejemplo, el líquido de frenos. Como conductores nos podemos acostumbrar a un desempeño de frenada por debajo del óptimo. Esto repercutirá negativamente en todo el sistema.
Para saber cuándo cambiar el líquido de frenos no podemos tener solo en cuenta el kilometraje (sustitución cada 40.000-80.000 km). Hay que pensar además en la antigüedad. Se ha de realizar una inspección cada dos años ya que el líquido de frenos suele absorber humedad, comprometiendo así su rendimiento.
Los problemas más comunes en el líquido de frenos
Uno de los problemas más frecuentes que se pueden dar en relación con el líquido de frenos son las burbujas de aire en el circuito hidráulico. El deterioro del fluido origina una reducción de la ebullición. Esto provoca que aparezcan burbujas de aire dentro del sistema de frenado que pueden reducir la eficacia de frenado de las pastillas y las pinzas de freno.
El líquido puede tornarse demasiado aguado sometido a altas temperaturas y casi sólido con las frías. Se ha de comprobar el pH porque, ante demasiada acidez, pueden dañarse los componentes del sistema de frenado, las piezas metálicas y las de caucho.
La periodicidad de reemplazo del líquido depende de la cualidad higroscópica del fluido, es decir, de su capacidad para absorber la humedad. El líquido de frenos es un líquido higroscópico. Absorbe y atrae la humedad del aire. Esto puede provocar que existan pequeñas cantidades de agua en el sistema, reduciendo su temperatura de ebullición. Ha de ser así para impedir que el agua provoque corrosión o se hiele a bajas temperaturas. Los fabricantes recomiendan cambiar el líquido de frenos entre 2 y 4 años o entre 60.000 y 80.000 km. A partir de ese momento su rendimiento empeora. Si excede un 3% de agua, el sistema de frenos puede verse afectado y haber averías, empeorando la seguridad. Si al pisar el pedal de freno notas que baja demasiado, es probable que haya que sustituir ya el líquido de frenos. No obstante, las pastillas de freno gastadas también aumentan el recorrido del pedal. Si los frenos hacen ruido al frenar es probable que necesites un cambio de pastillas.